Poemario
Autora: Sofía Martín Jiménez
Prólogo: Luna Miguel
Ilustraciones: Andrea López Montero
90 páginas, 13×21 cm.
Cubierta en cartulina verjurada con solapa de 10 cm.
ISBN: 978-84-129256-2-3
Edición limitada y numerada de 300 ejemplares.
Precio de venta: 15€
El refranero como maldición, acusando y obligando a soportar cosas en nombre del amor, el refranero como sentencia astrónoma del daño, con su retintín sabio y cansino: a esto contesta el poemario de Sofía Martín Jiménez: para desdecir, rehacer, cancelar, conquistar esta herencia que nos sostiene el reflejo del enamorado que no siempre coincide con lo que el cuerpo vive.
El amor es condicional, el amor es adversativo, el amor es un cuento que se canta y donde uno no sabe ya cómo decir. El amor no se parafrasea, pero se parafrasea. Hace burla y riñe y pone la voz aguda y cansa y duda. El amor no viste. Tiene carne, galope, le sucede el tiempo, la caída de la hoja, el cuerpo todo se fragmenta, se hace ojos, manos, bosque, migajas, torpeza, un corazón con forma de castaña y el soniquete ahí al fondo de las viejas costumbres de cómo debe, de cómo debería ser ese amor.
Inocencia sin lobo que nos advierta el peligro, la bestia es más bien propia, nos confiesa Sofía, y desdice lo dicho y rehace los dichos, muy redicha, también.
Era la verdad
una zancadilla
una rosa un poco marrón
esa ciudad de costa atestada en verano.
¿A quién culpas?
Creo que le pregunté o me preguntó
como caballos con delirio
buscando lo insolucionable
en un salón amarillo huevo
apaga la tele, ¿me oyes?
me dijo o le dije
tenemos la cabeza distorsionada
de tanto drama con instrucciones de uso,
pero no hay más opción
respondí o respondió
la calle está satisfecha
los niños duermen
el amor no viene hoy a nuestra casa. (…)
O como dice Luna Miguel en su prólogo.
«El ritmo de Refrán de amor es a veces suave y a veces muy intenso. Martín Jiménez mezcla poemas breves, más bien aforísticos, con otros poemas que si se extienden es porque en ellos resuenan múltiples voces. Aunque a la poeta la podemos imaginar narrando ella sola, lo cierto es que a su alrededor es imposible no escuchar los coros, los cuchicheos de las abuelas, los gritos de los niños en una tarde de domingo, el ritmo del reloj en una sala de espera, o los poemas canónicos a los que ella homenajea, ahí escondiditos, pero bien presentes, pues además del corazón, ¿no es la literatura ajena la que certifica el tiempo que no existe?»
He agotado las reservas
y he comprado algo al por mayor:
ganas para las tripas,
trigo molido para mi pecho,
hierbas provenzales y qué más.
Con las primeras gotas de otoño
añado todo a un caldero rebajado:
poción rosa,
jugo vital,
quien lo beba
empieza este juego.
Sofía recoge lo popular y lo mete en la coctelera de la inteligencia, las preguntas y el cansancio para devolvernos, deglutido y nuevo, ese refranero de amor, donde la advertencia se convierte en canto y tarareamos nuevas cancioncillas para resignificar esta cosa del querer.
¿Qué puedo escribir
falta de palabras?
solo puedo leer
solo puedo leer
solo puedo leer.
Leer antes de amar.
Acaba Luna diciendo: «Qué lucidez y qué belleza la de su pulso poético. Con cuántas ganas de abrazar y de ser abrazada sale una de aquí, en busca de un nuevo corazón que haga tic, tac, tic, tac, tic, tac. Refrán de amor es un respiro entre las punzadas de las agujas de un reloj. Un libro que, en lugar de detener el tiempo, lo acelera, y luego lo amansa, y luego lo vuelve a enloquecer con sus versos. «¿Amaréis mejor?», canta la poeta. Y, gracias a ella, yo sé que sí». No podemos estar más de acuerdo.
Cuando caigan todas las palabras
y se quemen los romanceros
quedará un píxel confuso
de lo que fueron nuestras certezas.
Se cambiará el menú,
se pondrá en una mesa de madera robusta
trozos de cielo
en platos de porcelana
y comeremos luz.
Y, antes de que podamos dormir,
susurraremos una nueva razón
con palabras inconformistas
–pero confortables–.
Y así rimaremos
y trenzaremos esas palabras,
un canto lento.
Más voces se unen,
más elástico se torna.
La autora
Sofía Martín Jiménez (Morón de la Frontera, Sevilla, 1992). Es escritora, guionista y poeta.
Un día estalló una cañería en su calle y supo que era una señal para que dejara su trabajo y se pusiera a escribir. Meses después, acabó su primera novela, Un Puñadito de Pipas.
Por su trigésimo primer cumpleaños decidió autopublicar el fanzine Ok, vale. La pulsión escritora la llevó a hacer un máster de guion en la Universidad Carlos III.
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Ilustraciones
En este juego que propone Sofía de reír o destripar, de desafinar el refranero heredado, el del color aparece para doblarse divertido en estas convenciones: rosa y rojo, color de piojo, para este nuevo refranero de amor.
Andrea López Montero coge el testigo y araña parte de las imágenes que contiene el poemario, sabiendo que muchas otras quedarán fueras porque el poemario está preñado de ellas. Ilustraciones que recuerdan a tatuajes o viajan al bosque andaluz para caer las hojas, hacer un coro de niños rosados, cupidos en cuero con los labios rojos, esa macedonia con guinda que cuenta lo rancio de esta eucaristía, del saber popular y el refrán-maldito que desdice y redice Sofía. Tinta roja y fucsia con grafito gris y un poco de mala baba acompañan este Refrán de amor.
EN LOS MEDIOS DICEN…
Entrevista a Sofia Martín Jiménez en el patreon de Las asilvestradas. ¡Merece la pena suscribirse y apoyar este proyecto!
Reseña del libro en Altavoz Cultural + Entrevista a la autora
Participación en el podcast Dando la nota poética: especial San Valentín
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